altemar di monteiro

Fortaleza - CE

Fragmento Teatral

MAICON: ¿Jugamos a policías y ladrones?

PENINHA: ¡Yo soy la policía!

NATANAEL: ¡Yo soy el ladrón!

MAICON: ¡No! ¡Quiero jugar al ladrón!

NATANAEL: Qué no... ¿Déjame que yo haga de ladrón?

CORO: ¡Atrapen al ladrón!

NATANAEL: ¡Entonces, ya está! Todos ya estamos de acuerdo. Prepárense. ¡Uno, dos, medio y ya!

Inician una frenética carrera, con las manos imitando armas y onomatopeyas, hasta que el actor que interpreta al policía atrapa a Nathaniel.

VIVI: ¡Corre, Natanael! ¡Huye, amigo mío!

PENINHA: ¡Te voy a desollar, negrito asqueroso! ¡Vamos a arrancar tu piel! (comienza a patear a Natanael.)

DUDA: ¡Oye, para, para! ¿Qué pasa? Vamos gente, ¡que esto es sólo un juego!

VIVI: ¡Vosotros sólo jugáis estos juegos violentos! ¡No quiero jugar más con vosotros!

DUDA: ¿Jugamos con otra cosa? ¡Vamos! ¡Todos al suelo!

Todos los actores se tumban en el suelo y se ponen las manos en la espalda.

DUDA: ¡No, estúpidos! ¡No es así! ¡Todos al suelo! ¡Al suelo! (cantando.) ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! Ahora pónganse las manos en la cabeza porque ya empezamos…

Todos los niños bailan, mientras Natanael, de pie en un rincón, inhala una bolsa plástica con sustancia tipo pegamento. Los niños bailan a su alrededor, tratando de hacer que se una al grupo.

MAICON: Venga, Nathaniel, vamos. ¡Las chicas están bailando para nosotros! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! 

NATANAEL: No quiero. ¡Déjame en paz!

PENINHA: ¡Vamos, es carnaval! Mi madre dice que es hora de liberarse…

Peninha saca un polvo blanco de su bolsillo y se lo lanza a la cara a Nathaniel.

PENINHA: ¡A ver si hoy al menos te pones blanco!

Silencio. La música se detiene. Todos los niños se quedan mirando a los dos.

MAICON: ¡Mierda!

VIVI: ¡Ostras! Creo que mi madre me está llamando. ¡Será mejor que me vaya a casa!

DUDA: Oye, negra del aceite, tú te quedas. ¡Es carnaval! ¡Es fiesta! (coge un polvo blanco y se lo echa también a Vivi.)

Inmediatamente vuelve a sonar la música y comienza a armarse un follón en el que todos los actores se ensucian de blanco, quedando la cara completamente cubierta de polvo. Todos vuelven a jugar, excepto Natanael y Peninha, que, detenidos en la escena, siguen mirándose un rato. En este clima de la escena, los personajes acaban cediendo y entran en el juego.

VIVI: ¡Oye, chicos, vamos a casa! Que están haciendo una fiesta allí. Todo el mundo está bebiendo y hay comida gratis.

NATANAEL: ¡Sí!

VIVI: ¡Sí! ¿Quién dice que estás invitado? ¿Quién se atrevería a bailar contigo? 

Todos se ríen.

DUDA: Oye, que no puedes entrar en la fiesta, ni siquiera con el polvo blanco dejas de ser un negrito sucio.

Todos se ríen.

MAICON: Oye, macho, eres un cenicero, ¿eh? Tienes las piernas manchadas. Tu madre te apaga el cigarrillo en las piernas, ¿a qué sí?

PENINHA: ¡Este mono puede bañarse todas las veces que quiera, ese color no saldrá!

Otras frases surgen simultáneamente y Natanael comienza a enfurruñarse, encerrándose mientras el narrador habla.

NARRADOR: Esa noche, muchas cosas quedaron grabadas en la memoria infantil de Natanael. No pudo evitar pensar en lo que significaba todo aquello. Como las mordeduras de cangrejo, sintió cada palabra. Atacaban su piel, su cuerpo, que se cerraba, se encogía y se retraía ante tantos golpes sonoros. A partir de entonces, llevaría para siempre esas cicatrices, peores que las de la varicela, la lepra o la viruela, eran marcas que dolían en su cuerpo y en su mente. A partir de entonces, nuestro héroe viviría reflexionando sobre ese día, con un odio latente. Su ira fue alimentada. Su fuerza se forjó.

Los niños se van. Agar entra.

NATANAEL: (llorando.) ¡Madre! ¡Quiero ser blanco!

NARRADOR: Natanael estaba inconsolable. Penalizada, Agar lo pone en su regazo para cuidar de su amado hijo.

Música:

Duerme, duerme, mi niño, rara joya, regalo del cielo

Estoy contigo en tu lucha, en tu llanto, te soy fiel

NATANAEL: (llorando.) ¡Madre, quiero ser blanco! Si me baño dos veces, me seco, me paso el jabón, me vuelvo a bañar, me vuelvo a secar y me vuelvo a bañar, ¡me pondré blanco, mamá! ¡Me voy a poner blanco, mamá!

Música:

Aún nos vamos a sonreír juntos, de esta desgracia, de esta cólera

En un lugar que emana vida, una tierra que fluye con leche y miel

NATANAEL: Madre, escucha lo que te digo: un día te haré sentir orgullosa. Un día seré un hombre blanco, madre. Nadie bailará conmigo, madre. ¿Nadie bailaría conmigo?

AGAR: Siempre bailaré contigo, hijo mío. Siempre bailaré contigo.

Música. Los dos personajes bailan. Música lenta, en una nueva melodía.


(Fragmento de Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero–)


Altemar Di Monteiro es actor, dramaturgo, profesor y director de teatro. Es uno de los fundadores y director del grupo Nóis de Teatro. Es profesor suplente en la Licenciatura en Teatro de la Universidad Federal de Bahía.

escucha la entrevista:

Apresentação Critica

La actuación de Altemar Di Monteiro como dramaturgo es un despliegue de su práctica continua como artista e investigador de la escena teatral junto con el grupo Nóis de Teatro, del que es uno de los fundadores, y también en sus investigaciones pedagógicas y académicas en las instancias formales de educación superior y postgrado, una vez que Altemar es doctor en Artes Escénicas por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Minas Gerais. Su forma de producir y pensar la dramaturgia no está aislada de su forma de producir y pensar el teatro de grupo, al igual que su forma de producir y pensar el grupo no está aislada de su forma de producir y pensar el territorio. 

Fundado en 2002 en la Granja Lisboa, uno de los cinco barrios que componen la zona del Grande Bom Jardim, en la periferia de Fortaleza, Nóis de Teatro hace de su propia existencia (y de su resistencia), como colectivo de la periferia, su objeto de interés artístico. La escena producida por el grupo está conectada a un sesgo eminentemente político, en el que lo colectivo es tanto un principio ético y estético como un modo de producción y gestión. En colaboración con la Escuela de Artes de Porto Iracema, realiza desde 2017 el Seminario Periferias Insurgentes, ampliando los espacios de debate e investigación sobre la escena cultural de las periferias urbanas en Fortaleza, así como su interlocución con las historias de los cuerpos, las ciudades, los territorios y, principalmente, las corporalidades negras e indígenas de Ceará y Brasil. Nóis do Teatro cuestiona la idea de periferia restringida al enfoque de la geografía y busca entenderla como un campo productivo de subjetividades, corporalidades y memoria.

Paralelamente a las actividades del grupo, Altemar Di Monteiro ingresó, en 2004, en el Curso Superior de Artes Escénicas del Instituto Federal de Ceará, iniciando su trayectoria académica junto a otros artistas de su generación, como es el caso de Silvero Pereira, Gyl Giffoni y Andréia Pires. Posteriormente, estudió la licenciatura de Teatro en la Universidad Federal de Ceará, donde también desarrolló su investigación de maestría. En 2018, Altemar publicó por la editorial Piseagrama el libro Caminhares Periféricos: Nóis de Teatro e a Potência do Caminhar no Teatro de Rua Contemporâneo –Andaduras Periféricas: Nóis de Teatro y la Potencia del Caminar en el Teatro de Calle Contemporáneo–, un desdoblamiento de la investigación presentada a la universidad. 

La evidente vinculación con el teatro de calle, con una dramaturgia para la calle (en una perspectiva más amplia, con la discusión en torno a los derechos a la ciudad) y la presencia de aspectos propios de los procesos colaborativos, como la participación de actrices, actores, creadores y creadoras, y el uso de la improvisación como fuerza generadora de material escénico, acercan la práctica dramatúrgica de Altemar a su práctica como director. En sus textos, las biografías se exponen siempre ante sus desplazamientos por la ciudad, poniendo en relieve de forma dialéctica los aspectos macro y micro políticos de la resistencia periférica.

La obra Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero– (2014) es una obra dividida en tres actos, entre los cuales destacamos el “Primer acto: una guía práctica para la construcción de un oprimido” y el “Segundo acto: un arma de guerra encendida para la autodestrucción”. La obra comienza con el nacimiento de un niño negro, Natanael, rechazado por su madre y adoptado por la parturienta. A lo largo de la obra vemos a Natanael crecer en medio de diversos tipos de opresión, hasta que a los 18 años decide alistarse en el Cuerpo de Policía Militar. La elección de Natanael invierte los roles experimentados por él en la dinámica política de la opresión sistémica y termina con su juicio casi inviable, un recurso que pone de manifiesto el carácter dialéctico de la dramaturgia de Altemar, también observado en Ainda vivas –Todavía vivas– (2019). 

Como rúbrica en el prólogo de la obra Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero– es una “macumba” de alta tecnología que se apoya en elementos de la tradición trágica, como el Coro, y en referencias visuales de Occidente sincretizadas con referencias de la cultura negra, como la Venus-Ochún y la Pietà con el hijo negro muerto en su regazo. En las rúbricas ocurren muchas cosas, desde la descripción de acciones largas (como la entrada de Yemayá) hasta la indicación de la música (que oscila entre ritmos de la periferia y canciones populares brasileñas). Un narrador atraviesa toda la dramaturgia, tendiendo un puente con la tradición y actualizando la voz que conoce las emociones en torno a lo que ocurre en el escenario [nota de traducción: “macumba” (del quimbundo: ma'kôba) es un instrumento de percusión de origen africano, similar al instrumento güiro. En Brasil, a través de un proceso de amplificación de significado, el término (y el derivado “macumbeiro”, originalmente el que toca el instrumento “macumba”) pasó a referirse también a las ofrendas religiosas vinculadas a las religiones de matriz africana, que es justamente el sentido adoptado en esta obra de Altemar. Ochún e Yemayá: Yemayá fue la primera orisha (deidad) del universo. Nació cuando Olofin (el hijo del dios supremo) decidió crear el mundo, después de apagar con agua el fuego que envolvía el planeta. De Yemayá y Obbatalá (su pareja) nacieron los otros 16 orishas del panteón yoruba. Yemayá representa la fertilidad, la purificación, la maternidad, el origen de la vida, sintetizada en el agua salada de los mares. El agua dulce, los ríos, las lagunas y el dinero están representados en la religión Yoruba por Ochún. Yemayá es la madre de todos los seres vivos, la reina del amor por excelencia, la dueña de los 7 mares. Cuida también de las aguas para cumplir su pacto con Ochún].

Además de Ainda vivas –Todavía vivas–, en colaboración con Pedro Bomba, y No porto do Ceará não se embarcam mais escravos –En el puerto de Ceará no se embarcan más esclavos– (2020), en colaboración con Henrique Gonzaga, el trabajo dramatúrgico de Altemar Di Monteiro incluye los textos Eu não te amo, Paulo –Yo no te amo, Paulo– (2020), en el que el autor propone una discusión sobre el deseo de amar y el derecho al afecto entre las personas negras, y Desterro –Destierro– (2021), presentado online durante la pandemia. La originalidad de la producción dramatúrgica de Altemar Di Monteiro lo inscribe en el panorama del teatro negro de las dos primeras décadas del siglo XXI en Brasil, implicándolo en el estudio de un lenguaje que investiga y se inventa a sí mismo al mismo tiempo como estética y gesto político.

(Glauber Coradesqui)


Altemar Di Monteiro es actor, dramaturgo, profesor y director de teatro. Es uno de los fundadores y director del grupo Nóis de Teatro. Es profesor suplente en la Licenciatura en Teatro de la Universidad Federal de Bahía.

La actuación de Altemar Di Monteiro como dramaturgo es un despliegue de su práctica continua como artista e investigador de la escena teatral junto con el grupo Nóis de Teatro, del que es uno de los fundadores, y también en sus investigaciones pedagógicas y académicas en las instancias formales de educación superior y postgrado, una vez que Altemar es doctor en Artes Escénicas por la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Federal de Minas Gerais. Su forma de producir y pensar la dramaturgia no está aislada de su forma de producir y pensar el teatro de grupo, al igual que su forma de producir y pensar el grupo no está aislada de su forma de producir y pensar el territorio. 

Fundado en 2002 en la Granja Lisboa, uno de los cinco barrios que componen la zona del Grande Bom Jardim, en la periferia de Fortaleza, Nóis de Teatro hace de su propia existencia (y de su resistencia), como colectivo de la periferia, su objeto de interés artístico. La escena producida por el grupo está conectada a un sesgo eminentemente político, en el que lo colectivo es tanto un principio ético y estético como un modo de producción y gestión. En colaboración con la Escuela de Artes de Porto Iracema, realiza desde 2017 el Seminario Periferias Insurgentes, ampliando los espacios de debate e investigación sobre la escena cultural de las periferias urbanas en Fortaleza, así como su interlocución con las historias de los cuerpos, las ciudades, los territorios y, principalmente, las corporalidades negras e indígenas de Ceará y Brasil. Nóis do Teatro cuestiona la idea de periferia restringida al enfoque de la geografía y busca entenderla como un campo productivo de subjetividades, corporalidades y memoria.

Paralelamente a las actividades del grupo, Altemar Di Monteiro ingresó, en 2004, en el Curso Superior de Artes Escénicas del Instituto Federal de Ceará, iniciando su trayectoria académica junto a otros artistas de su generación, como es el caso de Silvero Pereira, Gyl Giffoni y Andréia Pires. Posteriormente, estudió la licenciatura de Teatro en la Universidad Federal de Ceará, donde también desarrolló su investigación de maestría. En 2018, Altemar publicó por la editorial Piseagrama el libro Caminhares Periféricos: Nóis de Teatro e a Potência do Caminhar no Teatro de Rua Contemporâneo –Andaduras Periféricas: Nóis de Teatro y la Potencia del Caminar en el Teatro de Calle Contemporáneo–, un desdoblamiento de la investigación presentada a la universidad. 

La evidente vinculación con el teatro de calle, con una dramaturgia para la calle (en una perspectiva más amplia, con la discusión en torno a los derechos a la ciudad) y la presencia de aspectos propios de los procesos colaborativos, como la participación de actrices, actores, creadores y creadoras, y el uso de la improvisación como fuerza generadora de material escénico, acercan la práctica dramatúrgica de Altemar a su práctica como director. En sus textos, las biografías se exponen siempre ante sus desplazamientos por la ciudad, poniendo en relieve de forma dialéctica los aspectos macro y micro políticos de la resistencia periférica.

La obra Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero– (2014) es una obra dividida en tres actos, entre los cuales destacamos el “Primer acto: una guía práctica para la construcción de un oprimido” y el “Segundo acto: un arma de guerra encendida para la autodestrucción”. La obra comienza con el nacimiento de un niño negro, Natanael, rechazado por su madre y adoptado por la parturienta. A lo largo de la obra vemos a Natanael crecer en medio de diversos tipos de opresión, hasta que a los 18 años decide alistarse en el Cuerpo de Policía Militar. La elección de Natanael invierte los roles experimentados por él en la dinámica política de la opresión sistémica y termina con su juicio casi inviable, un recurso que pone de manifiesto el carácter dialéctico de la dramaturgia de Altemar, también observado en Ainda vivas –Todavía vivas– (2019). 

Como rúbrica en el prólogo de la obra Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero– es una “macumba” de alta tecnología que se apoya en elementos de la tradición trágica, como el Coro, y en referencias visuales de Occidente sincretizadas con referencias de la cultura negra, como la Venus-Ochún y la Pietà con el hijo negro muerto en su regazo. En las rúbricas ocurren muchas cosas, desde la descripción de acciones largas (como la entrada de Yemayá) hasta la indicación de la música (que oscila entre ritmos de la periferia y canciones populares brasileñas). Un narrador atraviesa toda la dramaturgia, tendiendo un puente con la tradición y actualizando la voz que conoce las emociones en torno a lo que ocurre en el escenario [nota de traducción: “macumba” (del quimbundo: ma'kôba) es un instrumento de percusión de origen africano, similar al instrumento güiro. En Brasil, a través de un proceso de amplificación de significado, el término (y el derivado “macumbeiro”, originalmente el que toca el instrumento “macumba”) pasó a referirse también a las ofrendas religiosas vinculadas a las religiones de matriz africana, que es justamente el sentido adoptado en esta obra de Altemar. Ochún e Yemayá: Yemayá fue la primera orisha (deidad) del universo. Nació cuando Olofin (el hijo del dios supremo) decidió crear el mundo, después de apagar con agua el fuego que envolvía el planeta. De Yemayá y Obbatalá (su pareja) nacieron los otros 16 orishas del panteón yoruba. Yemayá representa la fertilidad, la purificación, la maternidad, el origen de la vida, sintetizada en el agua salada de los mares. El agua dulce, los ríos, las lagunas y el dinero están representados en la religión Yoruba por Ochún. Yemayá es la madre de todos los seres vivos, la reina del amor por excelencia, la dueña de los 7 mares. Cuida también de las aguas para cumplir su pacto con Ochún].

Además de Ainda vivas –Todavía vivas–, en colaboración con Pedro Bomba, y No porto do Ceará não se embarcam mais escravos –En el puerto de Ceará no se embarcan más esclavos– (2020), en colaboración con Henrique Gonzaga, el trabajo dramatúrgico de Altemar Di Monteiro incluye los textos Eu não te amo, Paulo –Yo no te amo, Paulo– (2020), en el que el autor propone una discusión sobre el deseo de amar y el derecho al afecto entre las personas negras, y Desterro –Destierro– (2021), presentado online durante la pandemia. La originalidad de la producción dramatúrgica de Altemar Di Monteiro lo inscribe en el panorama del teatro negro de las dos primeras décadas del siglo XXI en Brasil, implicándolo en el estudio de un lenguaje que investiga y se inventa a sí mismo al mismo tiempo como estética y gesto político.

(Glauber Coradesqui)


MAICON: ¿Jugamos a policías y ladrones?

PENINHA: ¡Yo soy la policía!

NATANAEL: ¡Yo soy el ladrón!

MAICON: ¡No! ¡Quiero jugar al ladrón!

NATANAEL: Qué no... ¿Déjame que yo haga de ladrón?

CORO: ¡Atrapen al ladrón!

NATANAEL: ¡Entonces, ya está! Todos ya estamos de acuerdo. Prepárense. ¡Uno, dos, medio y ya!

Inician una frenética carrera, con las manos imitando armas y onomatopeyas, hasta que el actor que interpreta al policía atrapa a Nathaniel.

VIVI: ¡Corre, Natanael! ¡Huye, amigo mío!

PENINHA: ¡Te voy a desollar, negrito asqueroso! ¡Vamos a arrancar tu piel! (comienza a patear a Natanael.)

DUDA: ¡Oye, para, para! ¿Qué pasa? Vamos gente, ¡que esto es sólo un juego!

VIVI: ¡Vosotros sólo jugáis estos juegos violentos! ¡No quiero jugar más con vosotros!

DUDA: ¿Jugamos con otra cosa? ¡Vamos! ¡Todos al suelo!

Todos los actores se tumban en el suelo y se ponen las manos en la espalda.

DUDA: ¡No, estúpidos! ¡No es así! ¡Todos al suelo! ¡Al suelo! (cantando.) ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! Ahora pónganse las manos en la cabeza porque ya empezamos…

Todos los niños bailan, mientras Natanael, de pie en un rincón, inhala una bolsa plástica con sustancia tipo pegamento. Los niños bailan a su alrededor, tratando de hacer que se una al grupo.

MAICON: Venga, Nathaniel, vamos. ¡Las chicas están bailando para nosotros! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! ¡Hasta abajo! 

NATANAEL: No quiero. ¡Déjame en paz!

PENINHA: ¡Vamos, es carnaval! Mi madre dice que es hora de liberarse…

Peninha saca un polvo blanco de su bolsillo y se lo lanza a la cara a Nathaniel.

PENINHA: ¡A ver si hoy al menos te pones blanco!

Silencio. La música se detiene. Todos los niños se quedan mirando a los dos.

MAICON: ¡Mierda!

VIVI: ¡Ostras! Creo que mi madre me está llamando. ¡Será mejor que me vaya a casa!

DUDA: Oye, negra del aceite, tú te quedas. ¡Es carnaval! ¡Es fiesta! (coge un polvo blanco y se lo echa también a Vivi.)

Inmediatamente vuelve a sonar la música y comienza a armarse un follón en el que todos los actores se ensucian de blanco, quedando la cara completamente cubierta de polvo. Todos vuelven a jugar, excepto Natanael y Peninha, que, detenidos en la escena, siguen mirándose un rato. En este clima de la escena, los personajes acaban cediendo y entran en el juego.

VIVI: ¡Oye, chicos, vamos a casa! Que están haciendo una fiesta allí. Todo el mundo está bebiendo y hay comida gratis.

NATANAEL: ¡Sí!

VIVI: ¡Sí! ¿Quién dice que estás invitado? ¿Quién se atrevería a bailar contigo? 

Todos se ríen.

DUDA: Oye, que no puedes entrar en la fiesta, ni siquiera con el polvo blanco dejas de ser un negrito sucio.

Todos se ríen.

MAICON: Oye, macho, eres un cenicero, ¿eh? Tienes las piernas manchadas. Tu madre te apaga el cigarrillo en las piernas, ¿a qué sí?

PENINHA: ¡Este mono puede bañarse todas las veces que quiera, ese color no saldrá!

Otras frases surgen simultáneamente y Natanael comienza a enfurruñarse, encerrándose mientras el narrador habla.

NARRADOR: Esa noche, muchas cosas quedaron grabadas en la memoria infantil de Natanael. No pudo evitar pensar en lo que significaba todo aquello. Como las mordeduras de cangrejo, sintió cada palabra. Atacaban su piel, su cuerpo, que se cerraba, se encogía y se retraía ante tantos golpes sonoros. A partir de entonces, llevaría para siempre esas cicatrices, peores que las de la varicela, la lepra o la viruela, eran marcas que dolían en su cuerpo y en su mente. A partir de entonces, nuestro héroe viviría reflexionando sobre ese día, con un odio latente. Su ira fue alimentada. Su fuerza se forjó.

Los niños se van. Agar entra.

NATANAEL: (llorando.) ¡Madre! ¡Quiero ser blanco!

NARRADOR: Natanael estaba inconsolable. Penalizada, Agar lo pone en su regazo para cuidar de su amado hijo.

Música:

Duerme, duerme, mi niño, rara joya, regalo del cielo

Estoy contigo en tu lucha, en tu llanto, te soy fiel

NATANAEL: (llorando.) ¡Madre, quiero ser blanco! Si me baño dos veces, me seco, me paso el jabón, me vuelvo a bañar, me vuelvo a secar y me vuelvo a bañar, ¡me pondré blanco, mamá! ¡Me voy a poner blanco, mamá!

Música:

Aún nos vamos a sonreír juntos, de esta desgracia, de esta cólera

En un lugar que emana vida, una tierra que fluye con leche y miel

NATANAEL: Madre, escucha lo que te digo: un día te haré sentir orgullosa. Un día seré un hombre blanco, madre. Nadie bailará conmigo, madre. ¿Nadie bailaría conmigo?

AGAR: Siempre bailaré contigo, hijo mío. Siempre bailaré contigo.

Música. Los dos personajes bailan. Música lenta, en una nueva melodía.


(Fragmento de Todo camburão tem um pouco de navio negreiro –Cada furgón antidisturbios tiene un poco de navío negrero–)